DESENCADENAMIENTO Y REMISIÓN DE LA ENFERMEDAD (2002 – 2004)
Esta es una etapa muy agitada, de cambios bruscos en mi estado de salud. En abril de 2002 la espondilitis surgía de manera definitiva en mi organismo. El dedo índice de la mano derecha se me inflamó considerablemente sin razón alguna. Un mes después empiezan las fatigas, dolores musculares fuertes, hinchazón y tumefacción de articulaciones. En junio de 2002 el reumatólogo me diagnostica la consabida espondilitis anquilopoyética. Así fue como lo escribió. Un raro término que sólo había leído en algunos prospectos de medicamentos, pero que no tenía ni idea de lo que significaba. Después llegó lo típico, medicación y más medicación, hasta que mi interior (no sé cómo ni por qué tras el deshonesto y repelente pesimismo de los médicos) me susurró que mi dolencia sí tenía curación. Después de todo lo vivido ahora entiendo que esos comentarios médicos son fruto de un simple negocio; entre ciencias anda el juego, medicina y farmaceútica cogidas de la mano a ver quién gana más. Mientras tanto, para aquellos asuntos que la medicina convencional no tiene solución ni visos de hacerlo en toda su vida, los pacientes nos convertimos en cobayas de laboratorio para llenar los bolsillos de la pseudo-ciencia, una facción cercana al neófito nazi-capitalismo que acaba de aterrizar en nuestro endeble ser. Fue por propia iniciativa por la que prometí que me podía curar o al menos paliar los efectos de manera muy notable. Y así fue. Tras leer cientos de webs sobre tratamientos alternativos a mi enfermedad, di con la medicina higienista. Mano de santo. Una espectacular mejoría me llevaba a una completa remisión de la enfermedad durante un año y medio, sin medicación de por medio. Veinte días en la casa de reposo Zuhaizpe (Navarra) del Dr. Karmelo Bizkarra, de los cuales diez los pasé haciendo un ayuno a agua (esto último fue lo que realmente me hizo mejorar tantísimo debido a su potente efecto desintoxicante del organismo), me devolvían por completo la salud y un bienestar que no había vivido en muchos años.
Esta es una etapa muy agitada, de cambios bruscos en mi estado de salud. En abril de 2002 la espondilitis surgía de manera definitiva en mi organismo. El dedo índice de la mano derecha se me inflamó considerablemente sin razón alguna. Un mes después empiezan las fatigas, dolores musculares fuertes, hinchazón y tumefacción de articulaciones. En junio de 2002 el reumatólogo me diagnostica la consabida espondilitis anquilopoyética. Así fue como lo escribió. Un raro término que sólo había leído en algunos prospectos de medicamentos, pero que no tenía ni idea de lo que significaba. Después llegó lo típico, medicación y más medicación, hasta que mi interior (no sé cómo ni por qué tras el deshonesto y repelente pesimismo de los médicos) me susurró que mi dolencia sí tenía curación. Después de todo lo vivido ahora entiendo que esos comentarios médicos son fruto de un simple negocio; entre ciencias anda el juego, medicina y farmaceútica cogidas de la mano a ver quién gana más. Mientras tanto, para aquellos asuntos que la medicina convencional no tiene solución ni visos de hacerlo en toda su vida, los pacientes nos convertimos en cobayas de laboratorio para llenar los bolsillos de la pseudo-ciencia, una facción cercana al neófito nazi-capitalismo que acaba de aterrizar en nuestro endeble ser. Fue por propia iniciativa por la que prometí que me podía curar o al menos paliar los efectos de manera muy notable. Y así fue. Tras leer cientos de webs sobre tratamientos alternativos a mi enfermedad, di con la medicina higienista. Mano de santo. Una espectacular mejoría me llevaba a una completa remisión de la enfermedad durante un año y medio, sin medicación de por medio. Veinte días en la casa de reposo Zuhaizpe (Navarra) del Dr. Karmelo Bizkarra, de los cuales diez los pasé haciendo un ayuno a agua (esto último fue lo que realmente me hizo mejorar tantísimo debido a su potente efecto desintoxicante del organismo), me devolvían por completo la salud y un bienestar que no había vivido en muchos años.
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